Jorge Diaz Kropman – Despegar

El momento perfecto no existe: cómo emprender con lo que tenés

¿Cuántas veces te dijiste a vos mismo: “Todavía no es el momento”?

Quizás te lo repetís cada vez que pensás en lanzar ese servicio, crear ese contenido o empezar ese proyecto que te apasiona. “Cuando tenga más tiempo”, “cuando aprenda más”, “cuando se alineen las cosas”…

Pero la verdad es una: el momento perfecto no existe.

Emprender —sobre todo cuando lo hacés desde tu vocación— no es algo que empieza cuando todo está listo. Es algo que se construye mientras lo hacés. Este artículo es una invitación a dejar de postergar tus sueños esperando condiciones ideales y comenzar a crear tu camino desde donde estás, con lo que tenés hoy.


Parte 1: ¿Qué es el momento perfecto (y por qué nunca llega)?

El “momento perfecto” es esa ilusión que armamos en nuestra cabeza. Lo imaginamos como un escenario en el que todo se siente liviano, claro y sin obstáculos. Un lugar mágico donde:

  • Tenés más tiempo libre.

  • Ya hiciste ese curso que te falta.

  • Tus hijos ya son más grandes.

  • Tu situación económica está más estable.

  • Te sentís más seguro, más preparado, más confiado.

Pero la vida rara vez se acomoda así. Siempre habrá algo que compita por tu tiempo, que te saque energía o que te dé miedo. Y si esperás a que todo esté “bien”, probablemente vas a estar esperando toda la vida.

“He aprendido que lo mejor que uno puede hacer es comenzar antes de estar listo.” — Amy Porterfield

Parte 2: Emprender desde la imperfección

El mito del emprendedor que empieza con todo claro, una gran inversión y un equipo completo es eso: un mito. La gran mayoría de quienes hoy viven de su emprendimiento empezaron con lo que tenían: una idea, una computadora prestada, un par de horas por día y muchas ganas.

Emprender desde lo imperfecto te obliga a ser creativo, flexible y resiliente. Pero sobre todo, te obliga a confiar en vos.

Lo más difícil no es la falta de herramientas. Es la falta de permiso que te das para comenzar.


Parte 3: ¿Qué tenés hoy que podés usar?

En lugar de mirar todo lo que te falta, mirá todo lo que ya tenés:

1. Tu historia

Nadie tiene tu recorrido. Tus aprendizajes, tus errores, tus logros. Eso es único y valioso, sobre todo si querés ayudar a otros.

2. Tus habilidades

Tal vez no sabés todo, pero seguramente sabés algo que otras personas no. Y eso puede ser útil para alguien.

3. Tu red de contactos

Aunque no tengas “clientes”, tenés conocidos, amigos, gente que puede recomendarte o darte feedback.

4. Tu celular y acceso a Internet

Con eso solo ya podés grabar un video, crear un post, mandar un email, hacer una llamada, probar una idea.

5. Ganas reales de hacer algo diferente

Eso no se compra ni se enseña. Si lo tenés, usalo como combustible.


Parte 4: Las excusas más comunes (y cómo enfrentarlas)

“Todavía no tengo claro mi nicho”

La claridad llega con la acción. No es al revés. Podés empezar ayudando a alguien concreto y ajustar sobre la marcha. Lo importante es no quedarte paralizado esperando la idea perfecta.

“No tengo una web, logo, marca”

No los necesitás para empezar. Necesitás una conversación con alguien que tenga un problema que vos puedas ayudar a resolver. El resto viene después.

“No sé vender”

Vender es una habilidad que se aprende, como andar en bici. Pero si no lo intentás, nunca vas a aprender.

“Tengo miedo al rechazo”

Claro que da miedo. Pero también da miedo quedarse con las ganas. Elegí cuál de los dos miedos querés enfrentar.


Parte 5: ¿Cómo emprender con lo que tenés?

Acá van algunos pasos bien prácticos para empezar hoy, sin esperar más:

1. Definí una mínima propuesta de valor

No hace falta que sea perfecta. Solo preguntate: ¿a quién puedo ayudar, con qué y cómo?

2. Contactá a tres personas y contales lo que hacés

Puede ser por WhatsApp, email o redes. No como venta, sino para conversar, compartir, validar tu idea.

3. Creá un contenido simple

Un post en redes, un audio, un texto. Lo que sea, pero que refleje lo que hacés y a quién querés ayudar.

4. Pedí feedback, no perfección

No esperes aplausos. Buscá información para mejorar.

5. Dedicá dos horas por semana a tu proyecto

Aunque trabajes o tengas otras obligaciones, empezá con eso. Es mejor avanzar lento que no avanzar.


Parte 6: Historias reales de personas que empezaron sin “estar listas”

  • Mariana, mamá de dos hijos, empezó ofreciendo sesiones gratuitas desde su casa, con la bebé en brazos y un cuaderno. Hoy tiene su agenda completa.

  • Pablo, ingeniero, se formó como coach a los 48, sin idea de redes sociales. Empezó con miedo, pero acción tras acción fue armando su negocio.

  • Lucía, con pánico a mostrarse en cámara, grabó su primer video con nervios… y fue el más comentado por su honestidad.

No hace falta ser famoso, ni tener todo resuelto. Hace falta dar el primer paso, y después el siguiente.


Parte 7: Lo que te espera del otro lado

Cuando dejás de esperar el momento perfecto y empezás a moverte con lo que tenés, pasan cosas increíbles:

  • Empezás a ver que es posible.

  • Ganás confianza al accionar, no al pensar.

  • Aprendés rápido porque estás en el juego.

  • Te conectás con personas reales.

  • Validás que tu idea tiene valor.

  • Te sentís más alineado con vos mismo.

Y ahí, ya no hay vuelta atrás. El camino de emprender desde tu vocación es desafiante, sí, pero también profundamente transformador.


Parte 8: ¿Y si no sabés por dónde empezar?

Si llegaste hasta acá, probablemente ya sabés lo que te gustaría hacer, pero no tenés claro cómo hacerlo realidad. O quizás sí sabés, pero el miedo o la confusión te frenan.

En el programa Despegar, trabajamos justamente eso: acompañarte paso a paso para que dejes de esperar el momento perfecto y empieces a construir el negocio que querés, con las herramientas y la claridad que necesitás. Con apoyo, estructura y comunidad. No más andar solo ni improvisando.


Conclusión

Emprender no es algo que hacés cuando todo está listo.

Es algo que empezás cuando decidís que ya no querés postergar más tu vocación.

Con dudas, con miedo, con lo que hay… pero con decisión.

No necesitás más cursos, ni más tiempo, ni más confianza.

Necesitás acción imperfecta. Y después, constancia.

Porque el momento perfecto no existe. Pero vos sí. Y estás listo para empezar.

Leave A Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *