Jorge Diaz Kropman – Despegar

¿Y si emprender no es tan solitario como parece?

Cuando alguien decide emprender, suele imaginar una mezcla de entusiasmo, libertad y crecimiento personal. Pero con el paso de los días, muchas personas descubren una cara que no habían anticipado: la soledad.

No hablamos solo de la falta de compañeros de oficina o de charlas en la pausa del café. Hablamos de la sensación de tener que tomar todas las decisiones solo, de no saber a quién consultar cuando algo no funciona, de no tener con quién celebrar un pequeño logro o compartir una frustración.

Esta soledad no distingue rubros. Afecta tanto a quienes emprenden en tecnología como a los coaches de vida, terapeutas o creativos independientes. Pero no tiene por qué ser así. No estás solo. Y en este artículo vamos a contarte por qué.


La soledad del emprendedor: más común de lo que pensás

Muchos emprendedores no hablan de esta parte porque sienten que admitirlo es un signo de debilidad. Como si reconocer que te sentís solo fuera incompatible con ser “tu propio jefe” o tener una “mentalidad ganadora”. Pero la realidad es que la soledad emprendedora es una de las principales razones por las que tantos abandonan su camino antes de ver resultados.

Cuando trabajás para otros, por más que tengas metas exigentes, sabés que hay alguien a quien rendir cuentas, alguien que decide contigo, un equipo que te acompaña. Cuando emprendés, muchas veces ese marco desaparece. Y con él, también desaparece la sensación de pertenencia.


1. El poder de una comunidad que te entienda

Una de las formas más efectivas de romper con esa soledad es encontrar una comunidad de personas que estén en un camino parecido al tuyo.

No se trata solo de redes sociales o de grupos masivos donde todos publican pero nadie se escucha. Hablamos de espacios donde puedas expresarte sin miedo, hacer preguntas, compartir logros y errores, y recibir retroalimentación constructiva.

Un entorno así cambia radicalmente la experiencia de emprender. Te sentís apoyado, contenido y, sobre todo, comprendido. Porque no es lo mismo compartir un problema con alguien que no tiene idea de lo que hacés, que hablar con otro emprendedor que pasó por lo mismo.


2. Acompañamiento: no tenés que hacerlo solo

Otro elemento clave es contar con algún tipo de acompañamiento. Puede ser un mentor, un coach, o un programa estructurado que te ayude a avanzar paso a paso.

Este tipo de apoyo te da claridad, te evita errores costosos y te hace sentir que hay un plan. Que no estás simplemente tirando ideas al aire o probando a ciegas.

También es muy importante que este acompañamiento sea cercano. Porque si el asesoramiento viene en forma de 100 videos grabados y un PDF con tareas, volvés a estar solo frente al contenido. Lo que cambia todo es el contacto humano, las sesiones en vivo, la posibilidad de preguntar y que alguien te responda pensando en vos.


3. Crear rutinas y sistemas que te den contención

La soledad también puede combatirse con estructura. Cuando tu semana tiene rutinas claras, espacios de trabajo definidos, y sistemas que te ayudan a organizar tu negocio, la sensación de estar solo disminuye.

Por ejemplo:

  • Tener una clase grupal los martes te da un punto de encuentro.

  • Usar un tablero compartido con tu coach te permite ver avances.

  • Agendar tus tareas de contenido o marketing te quita la sensación de improvisar.

Todo esto genera estabilidad emocional. Y cuando te sentís sostenido por un sistema, podés dedicar tu energía a crecer.


4. El valor de compartir logros y frustraciones

Emprender no es lineal. Hay semanas en las que te sentís invencible, y otras en las que te preguntás si todo esto tiene sentido.

Compartir estas emociones con otros emprendedores hace que todo sea más liviano. Contás que hiciste tu primera venta, y alguien celebra con vos. Decís que nadie comentó tu video, y alguien te cuenta qué le pasó igual, pero que a la semana siguiente funcionó.

No estamos hechos para transitar procesos transformadores solos. Y emprender es, sin duda, uno de ellos.


5. Pedir ayuda es parte del juego

Tal vez creciste con la idea de que pedir ayuda es signo de debilidad. Pero en el mundo del emprendimiento, es exactamente al revés: los que avanzan más rápido son los que más se dejan ayudar.

Pedir ayuda no significa que no seas capaz. Significa que elegís avanzar más rápido, con menos errores y con más disfrute. Y lo mejor de todo es que muchas veces, cuando vos pedís ayuda, también abrís la puerta a que otros te pidan lo mismo. Se genera un vínculo humano que hace todo más significativo.


Conclusión: emprender acompañado se siente distinto

Emprender no tiene por qué ser solitario. Puede ser un camino compartido, lleno de apoyo, comunidad y contención.

Claro que el trabajo sigue siendo tuyo. Pero hacerlo en un entorno donde sentís que no estás solo, donde hay un sistema que te sostiene, donde podés expresarte sin miedo, cambia radicalmente la experiencia.

Si estás en ese momento de duda, de sentir que vas solo contra el mundo, buscá tu tribu. Buscá ese espacio donde puedas crecer con otros. ¡Existen!

Y si querés saber más sobre programas que te acompañan paso a paso, con comunidad, mentoría real y contención emocional, podés escribirme y te cuento más.

Porque emprender de lo que amás, sin estar solo, es mucho más posible de lo que parece.

Leave A Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *